NOTAS
13 de abril de 2021
LA PANACEA DE LA PSEUDOPRESENCIALIDAD

Por: Ana María Trinidad Pardo:Dra. en Gestión y Planificación de la Educación, Mgtr. en Evaluación Educacional, Lic. en Educación, Prof. y Lic. en Creatividad Educativa. Docente e Investigadora. Más de 25 años de ejercicio en la actividad docente e investigativa con amplia experiencia como asesora legislativa y ejecutiva en distintos ámbitos del sistema educativo provincial
Como producto de una investigación que realicé en los primeros meses del confinamiento producto de la pandemia en el Este de Mendoza, cuyo eje principal se basó en la escucha a los estudiantes de escuelas secundarias técnicas y de Educación de Adultos (CEBJA), se pueden extraer algunas ideas que trataré de sintetizar a continuación. Los estudiantes manifestaron que:
- Les gusta la presencialidad por las implicancias que tiene en lo social y en las prácticas educativas y profesionales.
- Hay deficiencias edilicias en las escuelas, que es necesario atender.
- Es necesario contar con dispositivo y conectividad de buena calidad, aunque se vuelva a la presencialidad completa y también, que eso es muy caro para ellos.
- Las explicaciones de los profesores y las consultas les resultan más prácticas en la presencialidad, pero que también fueron muy útiles las video- llamadas.
- Les gusta la virtualidad por la flexibilidad de la autogestión del tiempo, porque les permite trabajar dentro o fuera de su casa.
- La virtualidad es económica si tienen dispositivo y conectividad, porque no tienen otros gastos como transporte, útiles o indumentaria.
- La virtualidad les resulta práctica, porque no pasan frío en las mañanas o en las noches de ida y regreso de casa a la escuela.
- Al principio de la virtualidad los trabajos se acumulaban, pero luego se fueron dosificando y con el apoyo de los docentes y preceptores, pudieron ponerse al día para ir acreditando sus materias.
- Sería muy importante que los docentes estén mejor formados en el uso de las TICs y que se unifiquen los criterios para impartir la enseñanza.
Es decir que existen ventajas y desventajas en la presencialidad y en la virtualidad, que es necesario atender con precisión y ajuste a los datos, porque no puede haber espacio en educación para dogmatismos, maniqueísmos o contradicciones.
Recordemos que al principio de la cuarentena, la educación fue vertiginosamente llevada hacia una modalidad virtual, a como diera lugar. Hubo resistencia de buena parte de los docentes porque entendían las enormes deficiencias y desigualdades que ello implicaba para los estudiantes y también, para ellos mismos. Desigualdades que estaban antes de la pandemia con cifras alarmantes de abandono y de sobre-edad en casi todos los niveles, sobre todo en el secundario. Además, se diferenciaban si eran estudiantes de escuelas de gestión estatal o privada. Las inequidades de las condiciones de origen se elevaron y se pusieron al desnudo con una pandemia que escondió a todos en sus hogares, pero que afloró en las ausencias de los estudiantes por falta de dispositivo o conectividad.
En el inicio del ciclo lectivo 2021, con una situación epidemiológica peor que en el 2020, se insiste en una pseudo- presencialidad que expone a docentes, estudiantes y familias, sin que esta bimodalidad garantice mejores resultados y por ello, emergen resistencias de los docentes, que no son escuchados por quienes deciden sobre la salud y las vidas. Una presión incomprensible en pos de una presencialidad que se presenta como la panacea que soluciona las desigualdades. Consideremos que cualquier curso tiene tres o cuatro burbujas y consecuentemente, se disminuyen las posibilidades de presencialidad real para los estudiantes, lo que tampoco aporta a la organización de las familias trabajadoras en su cotidianeidad.
De manera que en 2020 eran casi retrógrados quienes se resistían a la virtualidad y hoy son lo mismo quienes se resisten a la presencialidad. Mientras tanto, no hay datos concretos de la realidad, porque no son creíbles dado que no se referencian en ningún estamento institucional que se dedique a la investigación educativa y social. Simplemente es la voz de un político ocasional a cargo de la cartera correspondiente, cuyas palabras son axiomas sin sustento en datos concretos. A la sociedad le queda como resguardo de “idea de verdad”, aquello que la virtualidad y las redes han puesto al alcance de la mano de gran parte de la ciudadanía. Es decir, enterarse por un grupo de Whatsapp o por Facebook que tal o cual no llegó a vacunarse, que se enfermó y murió esperando la cama y la atención adecuada. Son cifras cargadas de sentimientos de impotencia porque es el amigo, el familiar, el colega, el padre de... al que no se llegó a tiempo. También, de mucha incertidumbre porque no se sabe cuándo tocará a tu puerta este enemigo invisible. Los números no se pueden analizar engañosamente; es decir, sin referenciarlos con el impacto. Cualquier sistema educativo provincial tiene más personal que una multinacional y, un porcentaje mínimo de la comunidad educativa afectada por COVID, tiene consecuencias fatales en un sistema de salud en emergencia.
Indudablemente se conjugan varios derechos, todos importantes, pero que es necesario priorizarlos porque la vida y la salud están primero. También, es necesario que comprendan que más allá de las presiones en el cargo circunstancial que el político esté ocupando, es serio, esperable y humano que apele a tomar las decisiones por “lo que está bien”, por “lo que es correcto”, porque les interesa su prestigio de “buena persona”. Para ello, seguramente tendrá que explicar con los datos de la realidad y ajuste a la verdad, y también, resistir los avatares de inescrupulosos que usan los altavoces de los medios de comunicación, que forman parte del poder real, para hablar con sinceridad y obrar con la valentía que la hora demanda, en vez de cargar de por vida la vergüenza de haberse escudado solamente en su interés personal, traducidos en su sueldo y los despachos, con todos los privilegios que conllevan.
Tenemos una gran oportunidad para revisar el sistema educativo completo, en esta etapa en donde aún transitamos la pandemia, y focalizarnos en lo importante de la educación que necesitamos para nuestros estudiantes, docentes, instituciones y la sociedad argentina toda.
Es imperioso que el sistema educativo se ajuste a su razón de ser acorde a los objetivos directrices, en donde se ponga el foco en los procesos de enseñanza – aprendizaje y éstos se relacionen con el mundo laboral de la empresa, el comercio, el estado, el asociativismo, el pensamiento político, crítico y ciudadano.
La presencialidad puede ser por reunión física en un mismo espacio concreto o de manera sincrónica remota, mediante las herramientas tecnológicas que permiten un intercambio directo. Hablemos entonces de soberanía tecnológica y de conectividad. Eso equipara los puntos de partida de los estudiantes y docentes, evitando que su condición de origen sea determinante para el acceso a los bienes culturales en tiempo y forma.
La educación requiere un abordaje holístico, creativo, hermenéutico, científico, tecnológico y ético que acompañe las trayectorias de los estudiantes. Para ello se requieren docentes que no sean pobres, que sean jerarquizados académicamente, socialmente y económicamente; que trabajen articuladamente entre sí y con el mundo laboral para explicar y/o resolver problemas y dilemas desde la práctica concreta, que se desarrollen experiencias valiosas y comprometidas con el aprendizaje y sus resultados, y también, que permitan anticipar nuevos escenarios.
Para ello es imperioso revisar la currícula de todo el sistema educativo, para que el ideario de los derechos y valores de la patria estén garantizados en el ejercicio de todas las profesiones y de la ciudadanía en general, valorando y sopesando la opinión de los miembros de la comunidad toda y también, se requiere una Ley de Formación Docente Argentina, para que las instituciones educativas provinciales sean casas de estudio jerarquizadas y no estamentos del poder de turno. Construiremos así, sin panaceas dudosas, el camino del encuentro, del respeto, del cuidado, de la creatividad y del bien común que nosotros, pueblo argentino, nos merecemos.
Ana María Trinidad Pardo (DNI N° 17604770)
Nani Pardo
Seguinos